Imagen: Captura de pantalla de Youtube.com
El Shibari es una práctica japonesa relacionada al bondage que se ha viralizado en la cultura global. Hoy en día es uno de los pocos elementos del complejo mundo del BDSM que ha logrado vencer varios tabúes para establecerse, sobre todo estéticamente, como un símbolo de las prácticas sexuales alternativas modernas.
En México existen varios adeptos a esta práctica. Los riggers, como se le conoce a los artistas que se dedican a atar bajo la práctica del Shibari, empiezan a surgir en México, y como en cualquier otro lado gracias al internet, donde existen todas las referencias y fuentes que nos llevan del medievo japonés hasta la actualidad, donde ya es algo que ha trascendido sus propios cánones y se adapta a las circunstancias y particularidades del lugar en el que se practique.
Erick “El Kriminal Decente” y Roqueved Zagal son socios y maestros de su propia escuela de Shibari en Ciudad de México y con Tengu Shibari Dojo pretenden dar a conocer esta práctica de un modo accesible y amigable. Al hablar de lo que hacen reconocen que no es exactamente Shibari, ellos lo llevan un poco más lejos combinándolo con características de su propia experiencia para crear algo con su impronta personal.
Su acercamiento es bastante artesanal: ellos mismos preparan sus cuerdas. Primero van a uno de los pocos locales en el centro que se dedica a la venta de cuerdas, costales y distintos materiales de fibra vegetal y sintética, aquí consiguen cuerdas de yute, una planta de Asia cuyo material es usado para hacer Shibari por excelencia. Después de la tienda, tratan las cuerdas en casa, hirviendo el material en agua para depurar cualquier sustancia usada para endurecer las cuerdas (como queroseno), las estiran para terminar de ablandarlas y finalmente las tratan con una pomada humectante, que aparte de darles un olor agradable, les crea una capa que ayuda a proteger la piel con la cual tendrán contacto directo.
Después de este proceso sus cuerdas son usadas para los talleres que imparten o para venta. En los talleres, hacen la labor de introducir a las personas desde los antecedentes históricos hasta aprender a hacer las ataduras, palabra sobre la cual ponen mucho énfasis ya que no les gusta usar amarres por la connotación que tiene en México relacionada a la hechicería y lo esotérico. Para ser parte del taller, se pagan cerca de 200 pesos por persona y el pago incluye un set de cuerdas para practicar en casa.
Al taller llegan distintos perfiles de personas interesadas en Shibari, desde parejas gay curiosas, hasta personas que ya están inmiscuidas en fetichismo y BDSM, y los más adeptos al taller que son los discípulos. En este sentido podemos observar una progresión que se está gestando, desde los que quieren conocer algo nuevo, hasta los que son más entusiastas en el tema, eso habla mucho del estado actual de esta práctica alternativa en el país y es un buen termómetro para saber hacia donde se está dirigiendo: más riggers mexicanos, cada vez más curiosos e interesados en acercarnos a esta faceta del bondage que existe en el mundo.